Hubo una vez un garito en
esta ciudad que se llamaba Rhodes, a cien metros en línea recta de Fun House.
Calle Garcilaso casi Olavide. Jamás tocó allí nadie
que mereciera mención. Algunos de mis mejores
recuerdos de los diecisiete fueron allí. Cuarenta compañeros de clase
y más COUntemporáneos del Mene se acordarán.
No recordaba ese nombre hasta
hace dos semanas, Rhodes. Rhodes… ¿Rhodes?…¡RHODES!
Ni siquiera el único Rhodes
cercano, James, el pianista inglés del mismo imperio del monopolio de aquellos
tiempos, que me flipa por didáctico y disfrutón, por rebelde y por
bocas, que hace mejor mi ciudad, no me hizo un McFly. No me devolvió a ese momento
del pasado.
Hace dos semanas alguien me
preguntó si contaba conmigo para ver a Julie. Julie Rhodes. Julie Fucking
Rhodes. Nacido en julio, no el
cuatro, y los diecisiete en ese garito… CAME ON MAAAAANNNNN!!!!!!! Traducción: ¡Venga Javi! No
perdería ese concierto ni por casualidad
Cero nostalgia, solo buenos
recuerdos… algunos de los mejores… Pero… no, no me lo esperaba
Nunca jamás llegué a la hora
a aquel Rhodes (pronunciábase rodes), por cuestiones femeninas, ni me fui el
último, por cuestiones punkis en la Chueca del Vaticano punk. Pero cuando Julie empezó a
cantar, entré por la segunda puerta del Fun House… y caí rendido, sin
excusas.
No valía el está petado. Unas
cien personas cantamos, alucinamos, o nos pedíamos la primera sin
roces.
No colaba el sonido.
Perfecto. Sin romper el audiómetro. No hacia falta. Mario, el técnico del
Fun Hose estaba feliz, le hicieron el trabajo en la prueba. Eligieron la
sutileza a la potencia. Y lo agradecimos todos.
Elegí el sitio cómodo,
enfrente de Julie, al fondo de la sala, al lado de Mario. Solo aguanté dos canciones. Te arrastraba, te atraía
hacia adelante, hacia esa voz, hacia esa banda de Boston que suena a América
profunda.
Algunos al principio y muchos
al final susurraban asustados a la dama de la jota, la doble jota.
Yo solo sé que anoche se hizo
honor a la música sin adornos. Los pocos espacios de la sala daban el respiro
suficiente a esa garganta profunda donde los whiskys con hielo son irlandeses.
Y no son un complemento, son un plan.
Dentro de unos años sabremos
si funcionó. Es injusto comparar a
cualquiera con un mito, excepto cuando hay motivos. Una banda que no solo le
arropa, incluso con su posición en U perfecta, detrás su base, bajo y batería,
a sus lados guitarra y teclados. Un centro de gravedad con
poderosa voz de mujer que ancla a un grupo de músicos a su alrededor.
Se les veía disfrutando
durante el concierto, de la ciudad, de la gira por España. Preguntados al final
del concierto lo corroboraron. No sé cuantos matices añadirá
a su arma vocal de adhesión masiva aunque me da igual. Mejorará y mejorarán sus
acompañantes. Son jóvenes, tienen talento y además apuntan un camino
que estoy dispuesto a recorrer con ellos.
Me acompañará Dani el
uruguayo que no se pierde un buen concierto de rock, esa fangelpintora que
derrocha arte en primera fila, también Isabel bailando alrededor de ese ombligo
pecaminoso fuera de horario laboral, y Francis con su hermano ,
Bea-demolition-lady, Javi Alaska Defoe y sus colegas que no pudieron
venir…
…porque Julie Rhodes merece
la incertidumbre.
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