El sábado 9 se presentaba en Madrid Pardo para hacer lo propio con su segundo trabajo "Let It Stay", con el que ha conseguido innumerables halagos e inmejorables críticas. Y es que el disco... ¡lo vale! Pero si el formato enlatado es increíble, lo que se puede presenciar en directo no se puede definir.
En formato trío, con Miguel Martínez al contrabajo, Adrian Seijas a la batería y él al frente con su espectacular voz y su no menos fabuloso rasgueo de guitarra, empezaron la descarga con "Send Me Back Home". Desde el primer acorde y en cuanto su voz entró en acción, nos quedamos todos atónitos. Las miradas de complicidad entre los asistentes, sabiendo que allí se iba a cocer algo muy serio, se hicieron patentes. La sala se llenó de un aíre muy especial. Sinceramente y a riesgo de ponerme cursi, he presenciado pocos espectáculos tan bonitos. He estado en mil conciertos, mejores, peores, divertidos, bailongos, pero lo de este trío es diferente. Te quedas embobado, atrapado por una melodía preciosa que te hipnotiza con su voz: curtida, desgarrada, llena de emoción, que escupe el alma en cada bocanada. El acompañamiento es soberbio, guitarra y contrabajo se mezclan de manera perfecta, y el swing de la batería termina por poner la guinda a las composiciones.
En formato trío, con Miguel Martínez al contrabajo, Adrian Seijas a la batería y él al frente con su espectacular voz y su no menos fabuloso rasgueo de guitarra, empezaron la descarga con "Send Me Back Home". Desde el primer acorde y en cuanto su voz entró en acción, nos quedamos todos atónitos. Las miradas de complicidad entre los asistentes, sabiendo que allí se iba a cocer algo muy serio, se hicieron patentes. La sala se llenó de un aíre muy especial. Sinceramente y a riesgo de ponerme cursi, he presenciado pocos espectáculos tan bonitos. He estado en mil conciertos, mejores, peores, divertidos, bailongos, pero lo de este trío es diferente. Te quedas embobado, atrapado por una melodía preciosa que te hipnotiza con su voz: curtida, desgarrada, llena de emoción, que escupe el alma en cada bocanada. El acompañamiento es soberbio, guitarra y contrabajo se mezclan de manera perfecta, y el swing de la batería termina por poner la guinda a las composiciones.

El concierto mantuvo una línea muy alta desde el principio, sin dejar tiempo al relleno, no hubo momentos álgidos ya que todo el espectáculo rayó a grandísima altura. Disfrutamos como enanos hasta que cerró con tres temas nuevos que incluían una versión de Townes Van Zandt que titularon "Óyelo". Nos quedamos con ganas de mucho más pero esperamos volver a verlos en breve. Si tenéis oportunidad de verlo en directo no lo dudéis, os acordaréis de lo que os digo.
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