Velma Powell & Bluedays + The Lucilles - 18 sept. - Moby Dick Club

Se presentaba un cartel muy apetecible, dos géneros, como son blues y soul, diferentes, pero que van de la mano. Dos bandas con sendas voces femeninas al frente, cada una con un estilo muy particular. El blues en manos de la experimentada voz de Velma Powell y el soul en la garganta de la jovencísima Lucille Hurt, dos tonalidades para llenar una noche de la mejor música y dejarnos a todos con una cara de felicidad, de las que refleja gran satisfacción por un gran espectáculo recién disfrutado.
Abrieron The Lucilles, una banda de Soul con mayúsculas. Muy bien compactada, disimula la joven edad de sus miembros con unas tablas que ya quisieran para sí otros. Al mando Aldo Cavaliero, bajista de espíritu negro hace las veces de director de orquesta, ocho miembros encima del escenario para provocar el baile al estilo de las mejores all-nigthers del Norte de Inglaterra durante las postrimerías de los años 60. Y es que el sonido  de esta banda no desentonaría para nada en un Catacombs de Wolverhampton o un Wigan Casino.

Y al frente un ángel, en éste caso azul, con un vestido elegante corte sixties y una presencia que inundaba la sala. Y es que la voz de Lucille Hurt es muy diferente  a las que podamos estar acostumbrados, tiene un registro muy particular pero que queda niquelado dentro del conjunto. Además acompaña el espectáculo con una pose exquisita, modernista, elegante y muy auténtica. ¡Una auténtica gozada visual y sonora! Entre bailes y derroches sonoros fueron cayendo temas de su primer disco: “Oldie Goldie” un auténtico rompepistas, “Runaway Gal” de mis preferidas, intercaladas con versiones de clásicos, calentando el ambiente para llegar a una soberbia “Speeding My Heart” y terminar con el “Ain’t Got No” de Nina Simone.

Esta banda promete y si no al tiempo. Nos dejaron una gran sensación y con ganas de mucho mas, como debe terminar cualquier buen show. Ahora mismo están metidos en el estudio pergeñando lo que será su segundo Lp "Northern Exposure" ¡Que ganas de escuchar sus nuevos trallazos!

Al ratito aparecían Bluedays sobre el escenario ¡menuda banda! y con los primeros acordes de “Real” saltaba a la palestra Velma, la gran estrella de la noche. Esa mujer, de ojos saltones e inmensa sonrisa que te conquista como un flechazo. Y es que, para ser justos, el disco no hace justicia a su grandísima voz, prodigiosa, garganta estratosférica capaz de curar cualquier herida y amansar a la peor de las fieras. Con ella aparecía en escena su hija Ciara para acompañarla a los coros, otro portento que sigue los pasos de la Diva.

Se fue intercalando blues con el mejor rhythm & blues y toques de soul, pero con la clara seña de identidad que dice que ese vozarrón llega desde Chicago. Jafo, bajista y maestro de ceremonias, invitó a la sección de vientos de The Lucilles a subir al escenario para marcarse dos pepinazos que quedaron antológicos. “Sugar” sonó como los mejores hits de Chess Records, y es que este tema tiene un gancho especial, una composición fabulosa interpretada por un grupo fantástico.


Después de que descendieran los vientos del escenario, sonó el magnífico “Boom Boom”, tema que llevara a John Lee Hooker al primer puesto en las listas británicas en 1962, provocando el desmelene entre la concurrencia. Con “Your Soul” llegó uno de los momentos álgidos de la noche, otro de esos temas que no te cansarías nunca de escuchar, con una Velma puro pulmón demostrando que en esto del blues apenas puede encontrar rival. Pero ya se sabe, cría cuervos… y en este caso no te sacarán los ojos, si no que te sentirás muy orgullosa de ellos. “Lawyer” dio paso a un duelo vocal de los que se quedan en la retina, una auténtica pelea a cara de perro, dos “gallinas” sacando espolón, madre e hija dándolo todo en una batalla brutal. Ni vencedora, ni vencida ¡triunfo para los que lo flipamos! 

Así fue transcurriendo la noche y cayendo temas de “Step Into The Blues”, una genuina enciclopedia del más puro sonido electrificado de la ciudad del viento, hasta que llegaron a otro clásico, en este caso popularizado por el incomparable Mudy Waters: “Got My Mojo Working”. Con esta joya y con la sonrisa de oreja a oreja que nos dejaron, se despidieron. ¡Qué bien lo pasamos! 

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