The Fuzztones en Madrid tienen una legión de fans. A pesar de ser
sábado en un puente interminable, de la extensa oferta musical de calidad que
ofrecía la ciudad durante esos días, y de la jornada de perros,
meteorológicamente hablando, que se había presentado, los incondicionales de
casi siempre se dieron cita en masa con la banda de Rudi Protrudi en el Foro.
Fotografía de Paula Rodríguez |
Muchas camisetas de las Phamton
Vox cruzadas con la calavera y una media de edad que estaría entorno los 40, siendo
generoso, hacían suponer que para gran parte de los asistentes no era la
primera vez que asistían a uno de los más potentes aquelarres de fuzz, de los
que se puede disfrutar a nivel internacional desde mediados de los 80’s. Y es
que no es para menos… a The Fuzztones
hay que verlos por lo menos una vez en la vida, por lo que hacen, por lo que
representan y sobre todo, porque a pesar de que pasen los años, siguen en forma
como pocas bandas de su época.
Saltaron a escena los
acompañantes de Rudi, una banda
realmente joven y multinacional: Marco
Rivagli a las baquetas, David Thorpe con su bajo Phantom Vox, Vinny a la guitarra y Nico Secondini en
los teclados sustituyendo a Lana
Loveland. Jóvenes pero ciertamente integrados, como si
llevaran toda la vida junto al líder. Abrieron la noche con el instrumental “Blues Theme” para llamar la atención del
respetable sobre las tablas, antes de que saltara el maestro de ceremonias a
escena, pertrechado con su armónica para que nos volviéramos todos locos con el
“1-2-5”. De aquí en adelante nos
esperaría un show de una hora y cuarenta minutos de auténtico sudor y desmelene.
Los clásicos fueron cayendo para
disfrute del personal que no paraba de saltar, bailar, cantar… "Bad News Travel Fast", "Action Speaks Louder Than Words",
"Hurt On Hold", "Ward 81" o “Nine Months Later” hacían subir la temperatura
por momentos y testificaban la buena salud interpretativa de la que disfruta Rudi. Un auténtico animal de escenario,
que a pesar de llevar más de treinta años tocando muchos de sus hits, daba la
sensación de hacerlo por primera vez, con una fuerza contagiosa que invitaba al
movimiento frenético. Una auténtica pasada. Entre tanto, Marco, el batería, aprovechaba de vez en cuando para montar su
propio show, saludando subido en la banqueta, tocando encima del bombo, o
haciendo lo propio desde el suelo. Un buen motivo para pensar que se trata de
una banda en la que cada uno tiene su papel a pesar del gran halo del jefe
indio.
Cortesía de Alegría García |
Tuvieron tiempo para tocar algún
tema más reciente como "Don't Speak
Ill of the Dead", o el psicodélico "Black Lightning Light", dejando más que satisfechos a
sus fieles. Tristemente la diversión no podía durar toda la noche, pero tras un
breve descanso para tomar aire y ser reclamados obsesivamente para su vuelta a
escena, llegó la catarsis. A los primeros acordes de “Strychnine” la locura colectiva invadió la sala que estaba a reventar.
No creo que nadie estuviera impasible, el jolgorio se apoderó de El Sol para enfatizarse con el
siguiente trallazo, “Cinderella”. Qué
manera más afortunada de terminar una velada imborrable y de dejarnos con la
miel en los labios y con ganas de muchísimo más.
A veces, ante conciertos de estas
características, te sientes reticente porque no sabes cómo puede resultar
debido a que en muchos casos los años no perdonan, y muy probablemente, tengas el recuerdo de conciertos anteriores en los que disfrutaste un montón y no quieres
defraudarte por una imagen que borre aquella. También a veces, como en el caso
que nos ocupa, sales con una sonrisa de oreja a oreja, deseando que no sea la
última y poder volver a disfrutar de un bolo de esta envergadura cuanto antes. Para colmo,
resulta que son humanos, y después de tan magnífico show se dejaron fotografiar
con sus fans… Felicidades Rudi,
vuelve pronto!!
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